En esta publicación son mencionadas las principales especies pesqueras del mar de Portugal que llegan a nuestra mesa. Las especies marinas aquí incluidas no han sufrido una disminución de stocks importante, constituyendo las de mayor interés económico para el país. En total, han sido seleccionadas veinte especies de peces, tres especies de cefalópodos, tres especies de bivalvos y tres especies de crustá- ceos, todas ellas de elevado interés para los restaurantes o muy frecuentes en los hábitos de consumo de los portugueses. La almeja fina (Ruditapes decussatus) y la ostra (Crassostrea spp.) han sido mencionadas dada su importante producción en acuicultura

Para cada especie presentada se describen resumidamente sus principales características morfológicas, su distribución en aguas portu- guesas, su hábitat, sus comportamientos migratorios, además del tipo de alimentación y estrategias de reproducción. Son referidas igualmente las principales artes de pesca utili- zadas por la flota pesquera portuguesa en la captura de dichas especies.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo de pescado es benéfico para la salud debido a su contenido en lípidos, proteí- nas y otros nutrientes como los ácidos grasos poliinsaturados ómega-3.

Portugal es actualmente el país de la Unión Europea con mayor consumo anual por persona de pescado, y tercero del mundo, sola- mente superado por Islandia y Japón. Dado este consumo tan elevado de pescado, nuestro país también tiene una gran responsabilidad en lo que concierne a la explotación de los recursos marinos. Por ello la cultura científica de la población hace la diferencia.

Cuando consumimos solamente pescado con dimensiones superiores a la talla mínima de captura, estamos contribuyendo a que las especies puedan reproducirse antes de su captura, lo que permite mantener el equilibrio de las cadenas alimentarias marinas. Cuando preferimos pescado capturado en aguas nacionales, estamos contribuyendo a la reducción de las emisiones de gases con efecto invernadero y a la disminución de los gastos energéticos asociados al transporte y refrig- eración del pescado. Debemos igualmente apostar en una pesca sostenible que utilice artes de pesca selectivas, que no destruya los hábitats y que permita que los stocks de las especies se mantengan en niveles saludables.

La actitud de cada uno de nosotros como con- sumidor de pescado constituye una aportación esencial para que la relación Mar - Sociedad tenga futuro. Para nosotros y para el océano.